Siempre tenemos la "mala suerte" de encontrarnos en los puestos de trámites gubernamentales a gente que odia a extranjeros

Los que hemos estado ligados al tema de la inmigración a los largo de nuestras vidas siempre tenemos la "mala suerte" de encontrarnos en los puestos de trámites gubernamentales a gente que odia a extranjeros y créanme que lo digo en serio. Haciendo un poco de historia personal les cuento que mi madre ha sido inmigrante toda su vida, ya que desde Costa Rica al conocer a mi padre se casaron y se marchó a vivir con él a Panamá, por eso soy panameño. Siendo muy pequeño recordaba la mala vida que le daban los funcionarios y algunos policías de inmigración, era un asedio constante y eso que no quiero tocar otros temas más delicados. Recuerdo que algunas veces me tocaba acompañarla a realizar sus trámites y siempre detrás del escritorio estaba el tipo más desagradable y mala persona del mundo. Tratando siempre a mi madre con esos aires de superioridad y mirando a los extranjeros como la última escoria del mundo.

Luego yo mismo sufrí ese asedio cuando me tocó vivir en Costa Rica la mitad de mi vida, es decir que no solo soy hijo de una inmigrante sino que la mayor parte de mi vida lo he sido yo. Les puedo decir que en todas partes del mundo en donde he estado siempre la mayor parte de los funcionarios tienen un denominador común- odian a los extranjeros- y disfrutan demostrándolo. Yo siempre he dicho que una persona que nunca en su vida ha salido de su país jamás entenderá lo que siente un inmigrante, ni lo entenderá nunca. Y los gobiernos tienen una capacidad increíble para poner en los departamentos policiales de inmigración a gente que disfruta fastidiando a los extranjeros. Y lamentablemente es así. Sólo quien ha vivido en otro país tiene una visión más sensible con el tema de la inmigración y es más comprensivo, pero a esos los gobiernos nunca los ponen en esos puestos policiales- es lógico- para esos puestos buscan a los más amargados y resentidos del mundo. Al final el drama de la inmigración sigue aumentando y como siempre somos tomados en cuenta solo en temporada electoral. Dudo mucho que las cosas cambien por el momento. Pienso que todos somos culpables, los gobiernos de nuestros países de origen por no garantizarnos nuestro derecho básico al trabajo, los gobiernos receptores que nos ven como una amenaza y nosotros mismos por no trabajar unidos para enfrentar el problema. En definitivas, me gustaría decirles que pronto se arreglará, pero lamentablemente eso no lo veremos, por lo menos no en esta generación.